Me sostengo nadando en lo profundo del aire
Cuando tengo frÃo me acuerdo del hielo y pierdo noción de la urgencia
Pasamos noches enteras huyéndole a lo certero categorizando nuestra ferviente fe en la duda
La mañana me trajo calma y este hermoso malestar
Luego, mientras negociábamos con dios, él nos contó acerca de los terremotos
Descubrimos el agua y yo juré no volver a olvidarla jamás
Los cÃrculos se vuelven lÃneas si están en movimiento y las lÃneas siempre tienen dirección
Voy a dejarme caer sobre este cielo sin red, quemar el disfraz,
ponerme al cuello el cordón umbilical y caerme de este suelo
Lluvia que lava los ojos, nos deja vernos y entender por donde salen las puertas; sonrisas de marco violeta
SÃstole irremediable flotando en vapor de silbido que nace y cura para volver al sol después de tanta siesta
Cuadro explÃcito, precipicio. Sedición de lo invisible
Emoción insoportable de ahogarme en sus ojos salvos de ardides sicarios
Plaza de espÃritus, ebrios poetas vulgares que extienden fronteras
cortando los hilos, abriendo las puertas, bailando para no morir
Ya no queda nada sobre la cúpula
Ya no queda nada sobre esta tierra
Cuando tengo frÃo me acuerdo del hielo y pierdo noción de la urgencia
Pasamos noches enteras huyéndole a lo certero categorizando nuestra ferviente fe en la duda
La mañana me trajo calma y este hermoso malestar
Luego, mientras negociábamos con dios, él nos contó acerca de los terremotos
Descubrimos el agua y yo juré no volver a olvidarla jamás
Los cÃrculos se vuelven lÃneas si están en movimiento y las lÃneas siempre tienen dirección
Voy a dejarme caer sobre este cielo sin red, quemar el disfraz,
ponerme al cuello el cordón umbilical y caerme de este suelo
Lluvia que lava los ojos, nos deja vernos y entender por donde salen las puertas; sonrisas de marco violeta
SÃstole irremediable flotando en vapor de silbido que nace y cura para volver al sol después de tanta siesta
Cuadro explÃcito, precipicio. Sedición de lo invisible
Emoción insoportable de ahogarme en sus ojos salvos de ardides sicarios
Plaza de espÃritus, ebrios poetas vulgares que extienden fronteras
cortando los hilos, abriendo las puertas, bailando para no morir
Ya no queda nada sobre la cúpula
Ya no queda nada sobre esta tierra